Rafael Serrano: «Regresé con la frente en alto y con el deber cumplido».

Apenas mi colega de trabajo en el ICRT Rafael Serrano llegó ayer domingo al país, mi jefe me llamó y me dijo me dirigiera hacia su CDR porque habría un acto de masas en el cual a Serrano le harían entrega de un reconocimiento, ¡uno más! en su larga carrera frente a las cámaras y los micrófonos.

Yo sugerí ir al aeropuerto pero me dijeron que el acceso a la prensa había sido vetado, así que a pesar de los grandes lazos de amistad que me unen a este paladín de las ideas, encaminé mis pasos hacia el Reparto Sevillano, lugar donde sería homenajeado Rafe – así le digo yo de cariño – y donde tendría mejores posibilidades de entrevistarlo.

Esperé a que finalizara el acto y cuando me acerqué me miró con una gran sonrisa. No pude ver sus dientes porque su bigote – ahora amarillo – no me dejó ver su dentadura, pero los pelos se estiraron a todo lo largo de su cara.

Rafael Serrano: Siro, mi amigo,… ¡coño viejo! ¡qué falta me hiciste allá enfrente! Me cayeron en pandilla. ¿Qué pasó que no fuiste a entrevistarme?

Siro Cuartel: Me quedé acá, con mi familia. Pasando el 24 y el 31.

RS: ¡Eso mismo fui a hacer yo! Pero, viejo, por poco no me dejan. Coño, cada día estamos más intransigentes. Por poco no puedo ir ni a un Starbucks. La caña se puso a tres trozos. ¿No te enteraste?

SC: Me enteré, me enteré, pero… no podía moverme. La familia, tú sabes.

RS: Todo por la familia. Los hijos, los nietos… ¡si lo sabré yo! Pero bueno, ya estoy bien, aunque… te confieso: extraño un poco todo aquello. No es lo mismo, no, no es lo mismo.

SC: Imagino. Bueno, lo sé.

RS: Lo que más extraño es el SpotyFive, el Netflix y el Youtube. ¡Cómo me vi en Youtube! Nunca me había visto. Déjame decirte que me han hecho trizas; pero bueno, esas son cosas a las cuales tiene que estar acostumbrado un revolucionario como yo. Además, yo llevaba un objetivo. Un objetivo que tenía que cumplir. Siro, ¿qué me miras?

SC: El bigote… ¿te teñiste? ¿Tuviste que…?

RS: La cosa se puso mala. Ya te dije. Por suerte hay bijol en el supermercado, y es barato. Así que me di un toque. ¿Se me ve mal?

SC: Un poco raro… sí.

RS: Eso ahora lo resuelvo con papel carbón. Tranquilo, lo importante era pasar desapercibido, aunque no lo logré. Ese Yusnaby y Mario Vallejo me tenían la guardía montada. Aunque me les escabullí.

SC: ¡Sí! ¡Qué bueno!

RS: Pero me cogieron los Pichi Boys. ¡Coño! Que… cuando no es uno, es el otro. Hay un nivel de intransigencia… pero dime, Siro, ¿qué culpa tengo yo, si yo lo que tengo es que leer lo que me mandan?

SC: Es que…

RS: ¿Qué puedo hacer o decir yo, si me dicen que 2+2 son 5?

SC: Bueno, 2+2…

RS: ¿Cómo puedo ser yo, un yo más íntimo y personal, si cuando estoy terminando de leer una nota por la muerte de un líder, como Chavez, por ejemplo, y el coordinador, parado frente a mí, me hace señas y me pide que llore o que me de golpes en el pecho?

SC: Ah, fue el coordinador.

RS: Bueno, ese día fui yo… pero lo que quiero decirte es que yo constantemente estoy recibiendo órdenes. Y órdenes de bien arriba. «De la cabina».

SC: Gracias a Dios ya todo pasó.

RS: Ni creas. Vuelvo ahora el 3 de julio. Y a finales de diciembre. Todavía me quedan por hacer unos cuantos arreglitos aquí en la casa, cambiar un poco los electrodomésticos. Ya me aburrí del LG 32 pulgadas este.

SC: ¿Todo lo adquieres en Miami?

RS: Y aprovechando los descuentos. En este país la salud y la educación sob gratuítas, pero no te hacen un descuento en las tiendas a no ser que el producto se esté venciendo. El día 4 de julio cojo ofertas, por el día de la Independencia. Y en diciembre las de Navidad. ¡Hay que aprovechar los descuentos!

SC: Yo prefiero los Black Friday.

RS: El que sea… hay que aprovechar, que eso aquí no se ve.

SC: ¿Y cómo luego – pregunto – puedes hablar tan mal de ellos en la televisión?

RS: El guión, Siro, el guión. Ya te dije que yo leo e interpreto un guión.

SC: A mí eso…

RS: Todos aquí lo interpretamos. Yo incluso, ahora cuando viajé, llevaba uno. Y lo cumplí. Bueno más bien era un propósito. Un deber.

SC: ¿Y lo cumpliste?

RS: Sí, y me siento orgulloso de ello. Y regresé. Regresé con la frente en alto, y con el deber cumplido.

SC: ¿Ver a tus hijos y nietos?

RS: Y resolver un poco de cosas para esta casa. En la calle aquí, no hay nada compadre, ni en divisa. Y mis hijas no son como Juliana la Caribeña. Mi familia es honrada y trabajadora. Ya lo que queda es incorporarse al trabajo.

SC: ¿Cuándo empiezas?

RS: Hoy mismo. Hoy tengo que darle la despedida al Gallego Fernández. Estoy… ¡tan emocionado por volver a leer el guión!

Rafael Serrano de visita en Miami: «Tuve que afeitarme el bigote Siro, si no me linchan.»

A quien menos esperaba encontrarme aquí en Miami era a mi colega y amigo Rafael Serrano, el estelar locutor de la TVC. Alguien con quién he compartido no pocos cursos de locución y alguna que otra partidita de dominó un domingo por la tarde en su casa.

En realidad me fue difícil reconocerlo. Serrano se había afeitado el bigote, se había puesto una guayabera y lucía mucho más gordo de lo que habitualmente luce. Sigue leyendo